El evangelio de hoy (Mc 10; 32 - 45) nos presenta una petición que Santiago y Juan le hicieron al Señor: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Ciertamente que estos apóstoles no sabían lo que estaba pidiendo, querían poder, querían sentarse en el trono al lado del Señor, casi nada. Jesús obviamente les dice que ellos no sabían lo que pedían, y les pregunta que si podrán pasar la prueba que Él iba a pasar y recibir el bautismo con que Él será bautizado? y ellos obviamente desorientados sin saber lo que decían respondieron: "Sí podemos". Si nos damos cuenta, al inicio del evangelio, Jesús anuncia su pasión y muerte, es la tercera vez que lo hace, y la prueba que va a pasar es esa que ya había anunciado: su pasión; el bautismo que va recibir es una imagen de la Pasión cercana: según la fuerza original del término griego "bautizar" es "sumergir", Jesús será "Sumergido" en un abismo de sufrimientos. Jesús añadió que Sí, que ciertamente pasarán la prueba que Él iba a pasar y recibirán el bautismo con el cual él será bautizado; y Sí, si pasaron por ese bautismo, y eso está claro: Herodes Agripa hizo morir a Santiago, tal como lo vemos en los Hechos de los Apóstoles (Hch 12; 1-2); su hermano Juan, aunque no sufrió el martirio, no estuvo menos estrechamente asociado a los sufrimientos de Jesús y recordemos que fue Juan quien se quedó al pie de la Cruz, junto a María.
La misión de Jesús en la tierra no es la de repartir cargos o rangos a los hombres, sino la de sufrir para la salvación de todos, y claro está en el evangelio de San Juan (Jn 3; 17) "Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él"; es por esto que Jesús les dice a los discípulos que eso de sentarse a su derecha o a su izquierda no le toca a Él concederlo; eso es para quienes está reservado, es decir, eso le corresponde al Padre, Dios envió a su hijo a cumplir una misión y Jesús fue fiel a ese mandato de su Padre.
Esto que le pidió Juan y Santiago a Jesús, obviamente causó indignación, a los otros diez apóstoles, y Jesús se reunió con ellos y les dijo: "Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes". Nosotros como Cristianos estamos llamados a servirle al Señor, mediante cualquier vocación, sea sacerdotal, sea misionera, sea laical, en fin, todos estamos llamados a servirle al Señor para alcanzar la vocación que todos tenemos: la Santidad; esa es nuestra verdadera ganancia, la santidad, no debemos servir como los políticos, para beneficios propios, sino para el beneficio de todos. Debemos practicar la humildad, si yo soy ministro de la Eucaristía, y veo que no hay nadie recogiendo las ofrendas, ¿mi actitud correcta es decir: "no, no voy a recoger eso, yo soy ministro"? Ciertamente que estamos equivocados, nuestro servicio es para Dios y no para un puesto, y más aún en la iglesia. La iglesia no debe funcionar como un partido político, que todos trabajan para tener un puesto y no para el beneficio de todos; cada uno de los miembros de la iglesia debe trabajar para el bien de todos.
Esto no significa que no hace falta una autoridad, en las organizaciones, nuestro catecismo nos dice que "Toda comunidad humana necesita una autoridad que la rija. Esta tiene su fundamento en la naturaleza humana. Es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misión consiste en asegurar en cuanto sea posible el bien común de la sociedad". (CIC 1898). Hay una diferencia muy grande, entre ser "jefe" y ser "lider": el jefe desde una silla manda a otros a hacer algo que quede a la perfección y como él le parezca, si no le gustó lo manda a volver a hacer; en cambio el líder, junto a los demás trabaja para que lo que está planeado salga bien, no lo hace desde una silla sino desde el trabajo.
Ciertamente que los líderes y las autoridades de este mundo deben seguir el ejemplo de Jesucristo, que no vino a ser servido sino a servir, si Jesús hubiese venido a ser servido, no le hubiese lavado los pies a sus discípulos, Jesús era un hombre que no se quedaba encerrado en las sinagogas, sino que salía a la calle, que no se reunía con los de "alto rango" sino con los más pobres, un hombre que en cada obra demostró su humildad, definitivamente nuestro Dios es el rey de la humildad. En el mes de diciembre del año pasado, leí una reflexión que decía: "Todo niño quiere ser hombre, todo hombre quiere ser rey, todo rey quiere ser dios, solo Dios quiso ser niño". La humildad del Señor es tan grande, que no le bastó con crearnos, sino que bajó a estas tierras, se hizo hombre a igual que nosotros, fue humillado y masacrado por nuestra salvación.
Por eso quisiera terminar esta reflexión con el cántico de la Carta a los filipenses (Flp 2; 6-11) "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.". Te invito a que tu servicio no sea para un cargo, sino para el bien de todos, que tu servicio no sea para una ganancia en esta vida, sino una ganancia en la vida eterna, que todos trabajemos para todos, para el bien de todos, tal como lo hizo Jesucristo, se entregó por nosotros, se humilló por nosotros, y siendo el Rey de Reyes, siendo el Señor de Señores, cada día se hace presente en el altar, y está esperando por nosotros en ese Pan, que nuestro servicio sea a aquel que lo dio todo por nosotros, Jesucristo, la primera razón de nuestras vidas.
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