En
una realidad como ésta, es tan normal preguntarse qué va a pasar con este país,
qué es lo que viene después de todo esto o quién va a reconstruir este país,
que de una vez nos formamos ideas de lo que va a pasar; en cierto modo, tenemos
algo de esperanza. No quiero enfocar esta reflexión en seguir denunciando todo
lo que está pasando como frecuentemente lo hago, pero sí en lo que debemos
hacer y, fíjense bien, en los términos utilizados: cuando hablo de cristiano me
refiero a todo aquel que –al menos- dice que cree en Cristo. Primordialmente,
siempre me ha gustado citar al Papa Benedicto XVI cuando dice que no se es
cristiano por una decisión ética o ideológica sino por un encuentro con un
acontecimiento: el amor de Dios demostrado en su hijo el cual –por amor- murió
por nosotros. Y precisamente aquí entra el deber de los cristianos en esta
Venezuela tan herida por el odio y el sufrimiento: llevar a Venezuela al
ENCUENTRO con CRISTO, pero para que no suene religioso, vamos a decir que el
deber de un buen ciudadano es llevar a Venezuela al encuentro con las buenas
costumbres, las buenas intenciones y las ganas de hacer el bien por un interés
grupal, por el bien de todos.
Por
otra parte, los venezolanos han tenido la costumbre de una rivalidad sin
sentido, pero producto de intereses de muchas personas que tienen el poder, ya
sea poder económico o el mismo poder político del país; es decir, muchos han
seguido a cierto ideal político y han rechazado a otros, cuando a lo mejor en
el fondo tienen los mismos intereses: el poder y el tener.
De
igual manera, como una vez mi arzobispo lo dijo, hoy también lo repito: “no se
trata de socialismo, capitalismo ni nada, se trata de un pueblo”; esta solución
no es política, es algo que va más allá de la política; es una solución que
incluye a todos los venezolanos, sin distinciones de ideologías, esta solución
no es el socialismo, el comunismo, el capitalismo o cualquier ideología
política, sino que la solución es comenzar a ser buenos venezolanos.
Ahora
bien, hay una lucha en la calle, protestas, represiones, pueblo contra pueblo,
personas con hambre defendiendo a quien no tiene hambre peleando con personas
con hambre que no quiere seguir pasando hambre; parece un juego de palabras,
pero es la verdad. En la calle se ha enfocado esta lucha en contra del régimen
que gobierna a Venezuela, por los diversos problemas existentes en lo social,
económico y político, pero más que todo el económico, y nos olvidamos de algo
tan importante: lo moral.
Este
régimen dejó muchos estragos económicos, un país en quiebra, sin producción,
sin alimentos, sin empleos y pare usted de contar estos problemas económicos.
La esperanza de muchos es que este gobierno caiga, pero también aún hay
personas que quieren que esto siga, y viene esta situación: se va a montar otro
gobierno, termina, se monta otro y a lo mejor arregla lo económico, no
fácilmente, pero lo arregla, o tal vez no, ahora bien, ¿Lo moral? ¿Quién lo va
a arreglar?
A
ti joven, que quieres ser sacerdote pero te da pena o te sientes inútil en la
reconstrucción de Venezuela: Tú serás el pastor de un Pueblo sufriente, que fue
víctima de un grupo de personas que le causó daño al país, que dejó familias
divididas, delincuentes en la calles, gente sin ganas de producir, jóvenes sin
ganas de estudiar, gente con intereses personales que no les importa lo que
sufre el otro, políticos corruptos, narcóticos y narcotraficantes, tú
consolarás y fortalecerás a las madres que perdieron a sus hijos protestando,
robando, o victimas de robo, ahí tienes bastante para trabajar, y Jesús te
acompañará, pero nada esto es posible sin tu “Sí”, tú serás quien hará que este
pueblo se encuentre con Dios, y para que no suene religioso, tú serás aquél que
hará que este pueblo esté lleno de gente buena, con ganas de hacer el bien.
A
ti maestro, que no quieres seguir porque el sueldo no te alcanza: Tú serás el
educador de muchos niños que se están formando en un mediocre sistema que lo
único que forma es a ignorantes, tú serás el encargado de que ese niño tenga
buenos conocimientos y por medio de ellos elija lo bueno y lo malo, tú serás el
encargado de que muchos jóvenes sepan elegir una buena opción para el futuro,
tú serás el encargado de que Venezuela esté llena de profesionales, de
trabajadores, pero sobre todo de personas que cumplan su deber a buena manera.
Y
tú, venezolano, cristiano, padre de familia, cualquier adjetivo que te
califique, eres el responsable de reconstruir este país, de ser buen ciudadano,
de respetar las normas de cortesía, las normas que te califican como un buen
venezolano, es hora de que respetes los semáforos, las aceras, los rayados, las
normas del hablante y del oyente, y todo aquello que te parece indiferente o
inútil; es hora de que dejes la viveza venezolana y empieces a usar la bondad
venezolana; es hora de compartir, de caminar, de luchar, de ser los mejores
venezolanos.
Es
la hora de definir nuestro rumbo: esto ya no es socialismo, capitalismo,
comunismo, lo que sea… esto es VENEZUELA, se trata de nuestra patria, la que
nos vio nacer, la que nos vio triunfar, la que nos vio crecer. Es la hora de
que el chavista y el opositor trabajen juntos, sin rivalidades, es la hora en
el que el militar y el civil trabajen juntos, todo por un mismo fin: mantener
en paz y en progreso a esta patria. Es la hora de que la única rivalidad que
haya en este país sea la de los magallaneros y los caraquistas, no es la hora
de partidos políticos, es la hora de Venezuela.
Esta
lección histórica no puede pasar por debajo de la mesa, porque por algo pasó,
¡es hora de cumplir nuestra misión! Y aunque suene religioso: ¡Venezuela vuelve
a Dios!
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