#YoSoyEvangelizadorDeLasRedes.

Cada día Dios nos habla, cada día Dios nos da un mensaje para que sigamos adelante, para que seamos testimonio de Él. Para escuchar la palabra de Dios no hace falta estudiar y estudiar, solo hay que disponerse a escuchar, a saber escuchar, a dejarse enamorar y sorprender por el amor de los amores. Este blog consiste en las reflexiones del evangelio del día. Cada día Dios tiene una palabra para nosotros y a su vez, algo diferente, algo aún mejor que lo de ayer, solo hay que confiar en su palabra y entregarse a él.
Evangelizar las redes es una misión que debemos tener, a veces las redes sociales son los lugares donde hacen falta más evangelización, comuniquemos que Cristo es la razón de nuestra existencia, comuniquemos que sin Cristo no somos nada, llevemos la palabra a todas partes, sin miedo, para que podamos decir #YoSoyEvangelizadorDeLasRedes.

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domingo, 23 de agosto de 2015

SERVIRLE A DIOS: LA MEJOR DECISIÓN

Estamos en el XXI Domingo del Tiempo Ordinario, y la palabra de Dios nos invita a vivir realmente nuestro servicio a Dios nuestro padre, es decir, nos invita a ser fiel a ese compromiso que todos tenemos, a esa vocación a la cual cada uno de nosotros hemos sido llamados: a servirle a Dios y sobretodo, a servirle y serles fiel, en los momentos de dificultad.


Servirle a aquel que nos liberó del pecado


En la primera lectura, Josué le recuerda al pueblo de Israel, la vocación a la cual han sido llamados: a servirle a su único y verdadero Dios. El pueblo de Israel tuvo un pasado muy oscuro: fueron maltratados y oprimidos por Egipto, los cuales adoraban otros dioses, le rendían culto a dioses falsos, y Dios lo sacó de allí; por eso Josué reúne a todas las tribus de Israel, para recordarles las tantas obras que Dios había hecho en ellos y los que estaban reunidos se pronuncian por Dios y rechazan a los dioses extranjeros, es decir, reiteran el compromiso que tienen con Dios, el cual es servirle.

Así como el pueblo de Israel, cada uno de nosotros tiene un pasado muy oscuro antes de nuestra conversión y ese pasado también es una esclavitud, y esa esclavitud es el pecado. somos esclavos del pecado cada vez que hacemos cosas que nos alejan de Dios, cada vez que no lo ponemos a él por sobre todas las cosas, cada vez que no nos dejamos amar por él, cada vez que no respetamos a nuestros padres y no nos respetamos nosotros mismos como hijos, cada vez que matamos a nuestro hermano, y no quitándole la vida, sino hablando mal a sus espaldas, deseándole lo peor, criticándolo, mintiéndole, siendo hipócritas con él, somos esclavos en el pecado cada vez que no amamos ni aceptamos a nuestro hermano como es, cada vez que soy soberbio, cada vez que miento, cada vez que la ambición es tan grande, que terminamos codiciando lo que no es nuestro, la pereza, cada vez que nos da flojera hacer algo productivo para nuestra vida, la ira, el egoísmo, cuando nos centramos en un "Yo, yo, y yo", la lujuria, la pornografía, el desorden sexual; la gula, el exceso de las bebidas alcohólicas, en fin, una esclavitud que no es precisamente la de Egipto, sino el pecado. Y a veces tenemos la oportunidad de salir de esa esclavitud, y no, somos masoquistas y seguimos revolcándonos en el mismo charco.

Pero hay un Dios misericordioso, un Dios de amor, que no importa todo lo que hayas hecho, no importa cual sea tu pasado, Él es más grande y a pesar de lo grave que sea tu pecado, Él te saca de allí, te saca de ese charco, te quita el barro, te sacude el polvo, te limpia, te viste de nuevo, y te da una vida nueva, llena de amor, llena de gracia, una vida totalmente diferente a la que tuviste cuando eras esclavo de Egipto. El salmo de hoy nos dice "Buscad y ved qué bueno es el Señor", y cada vez que buscamos y vemos al Señor, nos damos cuenta de su amor infinito, de su misericordia inagotable, ese es el Señor bueno que nos levanta en cada caída. Hoy ese Señor bueno te invita a que con Él rompas esas cadenas de la Esclavitud del pecado, y cuando la rompas y tengas nueva vida, cumplas la misión que tienes en esta tierra, seas fiel a la vocación a la cual has sido llamado: a Servirle a Él, solo a Él, el que te rescató de ese charco, y no vuelvas atrás, no vuelvas a esa esclavitud que lo único que hacia era alejarte de aquel que te dio la vida, que lo único que hacía era acabar con tu vida. Hoy Dios te invita a servirle, a amarle, y a que te dejes amar por él, y a que dejes que él arrope tu miseria con su amor, a que te dejes arropar con su misericordia. Hoy Dios te invita a que seas como esa asamblea que rechazó a los dioses extranjeros, a que rechaces el pecado, a que rechaces lo que te agobia, a que rechaces lo que te oprime. Hoy Dios te invita a servirle, no importa tu pasado, pero sírvele, sírvele a aquel que te sacó de esa esclavitud, que te sacó del pecado.


La unión de Cristo con quienes les sirven



La segunda lectura, tomada de la carta del Apostol San Pablo a los Efesios, nos habla de esa unidad de Cristo con su pueblo, de Cristo con la Iglesia, del Pastor con sus ovejas. Sin duda alguna, que quien le sirve a Cristo, está estrechamente unido a Él. La iglesia debe permanecer siempre unida a su cabeza que es Cristo, y debe estar siempre sometida a Él, y no en un sentido de esclavitud, sino que, debemos estar unidos y servirle a ese Señor, que con su vida nos dio nueva vida, debemos estar unidos siempre y servirle a ese Señor que con su resurrección nos restauró, debemos servirle siempre a ese Señor que nos sacó del charco del pecado. Nosotros como miembros de ese cuerpo debemos estar unidos; nunca se ha visto  una pierna que ande brincando sola por las calles, sin cuerpo y sin nada, o una mano que ande por ahí andando sola, siempre está unida a un cuerpo, y este cuerpo siempre está unido a una cabeza, la cual es la que toma el control del cuerpo. Hermanos, nuestra iglesia no puede ser un cuerpo que toma decisiones por si solas sin pensar las consecuencias, cuántas personas no hay en este mundo, que por tomar decisiones sin usar la cabeza hoy son infelices. La iglesia como fiel esposa de Cristo, debe permanecer unida siempre a Él, como ese cuerpo que siempre está unido a una cabeza. Cristo se entregó por la iglesia, para purificarla, para limpiarla, para hacerla Santa e inmaculada. Debemos amar esto, debemos amar esta unión de Cristo con su pueblo, y por eso debemos ser fieles aún en la adversidad a nuestro esposo que es Cristo, un hombre que no hizo alarde de su categoría de Dios, que bajó y se hizo como nosotros, menos en el pecado, que siendo de naturaleza divina, quiso compartir con nosotros, la naturaleza humana un hombre que lo dio todo por cada uno de nosotros. ¿No vale la pena servirle? ¿No vale la pena seguirle? ¿No vale la pena estar unidos a Él?, yo diría que no vale la pena, ¡sino que vale la vida!.


Fieles aún en la adversidad


Desde hace tres semanas, Jesús nos estuvo hablando sobre el Pan de vida eterna, un discurso que toma todo el capítulo 6 del evangelio de Juan, y hoy el evangelio nos pone el final de ese capítulo. La semana pasada vimos a ese Jesús que se presentaba como el Pan de vida, como ese milagro de amor tan grande que se da cada día en el altar, "Mi Carne es verdadera comida, mi Sangre es verdadera bebida" "Quien coma de mi Carne y bebe de mi Sangre permanece en mi y yo en Él". Esto para muchos sonó muy duro, "Este tipo debe estar loco ¿Como vamos a comernos su carne y a bebernos su sangre? no somos caníbales" dirían algunos, y esto hace que muchos discípulos se fueran. Es curioso que la gente que abandona a Jesús, había sido alimentada hasta saciarse en el signo de la multiplicación de los panes y los peces, incluso había querido proclamarlo rey. A nosotros, como a los del tiempo de Jesús, nos gustaría más un Dios manejable y curandero, a quien pudiéramos dirigirnos con la posibilidad de que nos atendiera a nuestro gusto, según nuestros deseos, pero Jesús ya lo rechazó en su época, no les doró ni endulzó la píldora, no se prestó a una religiosidad aseguradora y tranquilizadora. Queremos un Dios que nos evite el proceso difícil de la fe y nos imponga su evidencia y su poder, pero siempre dispuesto a hacer lo que a nosotros nos parece más lógico. Su lógica nos parece inaceptable, lleva a la cruz, por eso le abandonamos con un montón de justificaciones. Son más ateos o incrédulos, no los que niegan la existencia de Dios, sino los que se niegan a crecer como hombres conformes al modelo del Hombre-Nuevo y es más ateo e incrédulo el que tiene un Dios para satisfacción de su ambición, de su querer, de su poder de su placer. Esta es la espiritualidad del Evangelio, el crecimiento en la fe no excluye los interrogantes, las dudas y las crisis, pero al final se crece en una confianza, que no la da el intelecto sino la relación personal con Dios.

Jesús le pregunta a los apóstoles ¿Ustedes también se van a ir? a lo que Pedro le contesta, "Señor, ¿A dónde vamos a ir? solo tú tienes palabras de vida eterna" esta frase resuena siempre en mi mente, en mi ser, cada vez que me dan ganas de no seguir en este camino de esta vocación que Dios me ha regalado, ¿Para dónde voy a ir, si tú eres la base de mi vida, si tú eres la razón de mi existencia, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?. Hoy el señor nos invita a serles fieles aún en los momentos de dificultad, momentos los cuales siempre van a existir, porque sin pasión no hay gloria: Jesús para ser glorificado tuvo que pasar por la muerte, y una muerte de Cruz. Las palabras que dan vida no siempre suenan bien, pero al final son las que quedan. Suelen pronunciarlas personas que se rigen por el amor, que quieren el bien, que buscan lo mejor, no para ellos sino para aquellos a quienes invitan a tomar decisiones. Por eso la palabra se sustenta en las personas, en ellas adquiere credibilidad, por ellas son dignas de confianza. Esto es lo que le pasó a Pedro y a toda la comunidad que escucha a Cristo con sinceridad y se deja afectar. Sólo Jesús tiene esas palabras que nos sana y nos libera del pecado, solo Jesús tiene esas palabras que son aceite para nuestras heridas, sólo Jesús tiene esas palabras que nos dan calor en el frio, que nos dan agua en nuestro desierto. no hay otro en quien encontrar palabras de Vida Eterna. Muchas otras palabras que se dicen por ahí, solo traen tristeza y muerte. Pero nosotros optamos por estar con Jesús y seguir alimentándonos con su palabra sanadora y salvadora. Vayamos pues, todos juntos, unidos como miembros de ese cuerpo donde Cristo es la cabeza, a servirle a aquel, que cada día nos da su palabra de vida eterna, seamos fieles a aquel que nos amó tanto que dio su vida por nosotros, confiemos en Él, aún en la adversidad y pidámosle que nos dé valor para serle siempre fieles.  que nos conceda amar lo que Él manda y esperar lo que Él promete y que en la inestabilidad del mundo presente, nuestros corazones estén firmes donde se encuentra la alegría verdadera. Seamos fieles a aquel que con sus obras, se ha convertido, en la primera razón de nuestras vidas. 









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