Sin embargo, este joven se entristeció, y decidió no elegir a Dios, prefirió todo lo que tenía, y no quiso seguir a Jesús. Cuantos jóvenes no hay como éste del cual nos habla el evangelio de hoy, cuantas personas hay que prefieren el dinero antes que Dios, que prefieren las riquezas antes que Jesús, cuantas personas les cuesta abandonarse a sí mismo, para seguir a aquel que lo dio todo por mi. Jóvenes que andan por la vida a lo mejor con un proyecto de vida hecho, a lo mejor con una carrera de estudios por delante, con un carro, una casa, una buena vida, pero que a pesar de que hacen cosas buenas, le cuesta dejarlo todo por Jesús. El seguir a Jesús implica dejarlo todo, el seguir a Jesús no sólo es rezar el rosario e ir a misa todos los días, el seguir a Jesús no sólo es ayudar a cruzar la calle al anciano, el seguir a Jesús no sólo es comprar y comprar libros que, si es verdad, acrecientan la fe, pero no basta. El verdadero seguimiento a Jesús es abandonarse en Él, es confiar en Él, es confiar plenamente nuestras vidas en sus manos, es dejar que Él nos lleve a donde Él quiera, pero lo más importante, confiar plenamente hasta el punto de dejarlo todo, de dejar todo sin mirar atrás, de dejar todo aquello que aunque sea bueno, no nos colma nuestra felicidad, el seguir a Jesús implica dejarse enamorar por Él, dejarse sorprender, porque cuando Él nos quita algo, es para darnos algo mayor.
Jesús no te está invitando a que seas un mendigo, a que seas un indigente; Jesús te está invitando, a una vida verdaderamente apasionante, una vida que consiste en recibir cada día, bendiciones y alegrías por parte de aquel a quien estamos siguiendo. Cuando Jesús dice que es difícil que los ricos entren al reino de los cielos, no lo dice porque es "una traba" para entrar al reino, tampoco lo dice porque existiese una regla que dice que los ricos no entran al cielo, sino que lo dice porque hay ricos que les cuesta entregarlo todo por Jesús, hay ricos que prefieren sus riquezas y no prefieren a Dios, y es por eso que termina respondiendo una pregunta que le hicieron con respecto a quién podrá salvarse, y Jesús respondió que es imposible para los hombres, pero para Dios no. Si nosotros dejamos todo sin mirar atrás, Dios no los multiplicará, porque para Dios nada es imposible. Seamos fieles al llamado de Dios, dejemos todo lo que nos impide seguirle, dejemos de ser necios, y respondamos al llamado que Jesús nos ha hecho: permanecer siempre en su amor, un llamado apasionante, que nos invita a seguir y a dejarlo todo por Jesucristo, la primera razón de nuestras vidas.
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