La
Santa Eucaristía, el milagro de amor infinito e incomparable de Jesús hacia
nosotros, un santo sacramento que más
que un rito es una vivencia, un momento especial con Jesús que nosotros debemos
vivir. Jesús nos dejó este memorial para que tengamos vida eterna, para que
fuésemos felices y para que cada día lo
conociéramos más y más. Si hay algo por el cual nosotros debemos estar alegres
y el cual debemos vivir alegres, es por este mandato que Jesús les dio a sus
discípulos “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22; 19), si de algo debemos estar
alegres, es porque Jesús por medio de ese sacramento por medio de la acción del
Espíritu Santo cuando el sacerdote extiende sus manos sobre el pan y el vino se
queda con nosotros para siempre, y nos hace partícipes de su felicidad. Si
nosotros reflexionáramos, pudiéramos decir: Qué raro, Jesús siendo el Rey de
Reyes, el dueño y señor de toda la tierra, de todo el universo, de toda la
humanidad, aquel quien es alabado por todas las potestades del cielo, se queda
con nosotros en ese humilde pan, ¿Cuál razón más hay para estar felices? ¿Qué
cosa causa más felicidad que estar con Jesús?
Cuando digo que hay que vivir alegres la eucaristía, no quiere decir que
hay que hacer de la eucaristía, una alboroto, donde pretendamos convertirla en
un concierto de Rock, o en una fiesta de salsa casino, o en una discoteca, sino
vivir en realidad esa alegría, vivir en verdad esa armonía que transmite ese
majestuoso momento, estar alegres es transmitir esa alegría cuando lo glorificamos
con nuestros cantos de alabanzas, cuando convertimos a la iglesia en un coro de ángeles, donde la acción del Espíritu
Santo es tan grande y tan poderosa, que no se sabe si el cielo bajó o la
iglesia subió, una cosa es alegría y otra cosa es alboroto.
Es
bueno saltar y brincar de gozo porque Jesús está con nosotros, pero hay
momentos específicos para cada cosa, en la Eucaristía Jesús nos invita a
alabarle con alegría, a pedirle perdón con verdadero arrepentimiento, a
proclamar su palabra con entusiasmo, a
pedirle que obre en nosotros con fe, a ofrecerle nuestras vidas con total
confianza, a adorarle con firmeza, a recibirlo con armonía, y a ser bendecidos
por su amor incomparable. San Juan María de Vianney nos dijo, que si
conociésemos lo que realmente significa la eucaristía, nos muriéramos de la
alegría. No es que quiera que en la
misa, los hombres caminen de rodillas y con los ojos cerrados dentro de la
iglesia, ni que las mujeres se pongan velo, sino que realmente se viva la misa
como lo que es, una muestra inmensa de amor la cual debemos vivir en armonía.
Hay un tiempo para cada cosa, un tiempo para
hablar, otro para comer, otro para dormir, un tiempo para compartir nuestra
amistad, un momento para que los novios y esposos tengan su rato de amor y así sucesivamente, sería algo inoportuno,
hablar de los cuentos de Emilio Lovera y de Laureano Márquez en un velorio, o pedirle
matrimonio a una viuda el día que se le murió el marido; así como nos sorprenden esos escenarios que
son bochornosos, lo mismo pasa en la misa. Cuando un grupo está reunido en la
plaza, lo único que hacen es tomar el teléfono con su mano y mirarlo,
revisarlo, chatear con quien esté conectado en cualquier red social, en fin,
ese grupo que está reunidos no dialoga, pero cuando están dentro de la misa
hablan de las arepas que se le están quemando, de la novela que terminó anoche,
de que Caribes le ganó a Magallanes, de que el Bolívar se devaluó, de que
aquella mujer tiene la camisa rota, de que aquel no se peinó, de cuál película
vamos a ver en el cine, de que la miss universo es bonita, en fin,
indeterminadas bufonadas que hacen que ellos pierdan su tiempo en ir a la misa
solo por ir y no para vivirla y hacen que las personas que en verdad vinieron
para vivir la misa, pierdan la
concentración.
Cuando estamos desocupados en la casa, sin hacer nada, viendo televisión, para ver qué están pasando
de bueno, nadie nos llama, pero la gente tiene que llamar precisamente en la
hora que estamos en misa, y si estamos viendo la película o la novela, no
contestamos el teléfono porque “estamos ocupado” pero cuando estamos en la misa, lo agarramos “por
una emergencia”, esas “emergencia” también hacen que usted pierda el tiempo en
ir a la misa por ir y no por vivirla y hace que los fieles pierdan esa armonía.
Cuando son las 12 de la noche, lo que hacemos es ver televisión, o
revisar el teléfono y el tiempo que hay para dormir, lo tomamos para hacer otra
cosa, pero cuando vienes a misa te provoca es dormir porque el cura habla mucho.
Esa siesta en la iglesia también forma parte de las perdederas de tiempo de
aquellos que vienen a la misa sólo por ir y no por vivirla.
En
términos griegos la palabra “cronos” significa un tiempo determinado o un lapso de tiempo, la palabra “Kairós” es un
momento especial de determinado tiempo, es decir, “cronos” es la línea de
tiempo y “Kairós” es un punto de la línea de tiempo, es decir, algo importante
que ocurrió en ese tiempo. “Kairoi” significa “Instante con Dios”, es un término
que conocemos porque unos jóvenes evangelizadores tienen ese nombre para el
grupo.
Vamos a utilizar estos términos para reflexionar sobre el verdadero sentido de la eucaristía: La Eucaristía es un Kairoi (Instante con Dios), aunque sabemos que Cristo está y estará siempre con nosotros en ese sagrario, en tan solo un instante se hace presente en el altar, no para que estés distraído en otra cosa, sino para que hagas de ese momento un Kairós (Momento especial con Dios) del Cronos (tiempo que Dios te ha dado para estár aquí). No pierdas tu tiempo en ir a la Eucaristía solo por cumplir, sino que vívela, y has de ese Kairoi un Kairós, y así, tu concentración en la eucaristía será tan perfecta, que te va a gustar ir a la Eucaristía todos los días, y no para que te acostumbres a ir a la misa, sino para que cada día te sorprendas más y más, de ese amor tan grande. Hagamos de nuestro cronos un Kairós, donde nuestra vida sea siempre, un momento especial con Jesucristo, la primera razón de nuestras vidas.
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