Durante esta semana, la carta a los
hebreos nos ha hablado sobre la generosidad, sobre lo grande que es el ser
generoso, y he querido resaltar la generosidad de aquellos quienes en nuestros
momentos más difíciles, saben guiarnos. La lectura de la Carta a los Hebreos,
hoy nos dice que no nos olvidemos nunca de practicar la generosidad y de
compartir con los demás nuestros bienes; No hay nada mejor que compartir, que
ser generoso; ser generoso no es dar cuando sobra, ni dar cuando no tenemos, sino
dar cuando no nos sobra. A Dios no le agrada que usted tenga una fe basada en
ritos y símbolos, a Dios no le importa que usted sólo valla a treinta peregrinaciones al
año, que rece los cuatro misterios del rosario un mismo día, que se ponga en la
muñeca una pulsera de la Virgen, que tenga un crucifijo guindando en el cuello,
que se ponga el escapulario rojo el día del corazón de Jesús, etc.; No, al Señor
lo que más le agrada es que seamos generosos, que compartamos con aquel que
necesita de lo que yo tengo, que todos
nos preocupemos para que cada uno de nosotros esté bien, pero sobretodo, los
sacrificios que le agrada al señor son aquellos que consiste en ser dóciles y obedientes
con nuestros pastores, dejémonos pastorear por ellos, dejémonos guiar por aquellos
que se desvelan para que nosotros caminemos por buenas sendas.
Hoy
el evangelio nos relata un pasaje donde señala que Jesús y sus apóstoles
trataban de descansar, y se fueron a un lugar tranquilo, porque la gente no les
daba tiempo ni para comer. Sin embargo esto no se pudo, pues la gente los
reconoció en seguida, y Jesús como todo buen pastor, le dio lástima con esa
gente, porque parecían ovejas sin pastor, así que, se puso a enseñarles. A
veces somos injustos con nuestros pastores, que a pesar de su bondad y de su
generosidad - tal como lo hizo Jesús con
esa gente, que a pesar que estaba cansado los atendió y les predicó - , hay
personas que sabiendo lo cansado que están, y el estrés que causa este trabajo
complicado, le reclaman y lo insultan porque no le nombraron al muerto en la misa,
o porque la misa comenzó 5 minutos tarde; y lo peor es que a veces esas personas
no se lo dicen en la cara a los sacerdotes, sino que en vez de orar por ellos y
por las vocaciones, empiezan a criticarlos desde su interior, y luego van con
una hipócrita sonrisa a saludarlos y a decirles que lo aprecia. Si tenemos ese trato con nuestros pastores, entonces ¿Por qué nos preguntamos, la
razón del carácter de ellos?, ¿Por qué nos quejamos de lo estricto que son nuestros
pastores, si no le hacemos caso a sus consejos?.
Si en verdad queremos que nuestros diáconos,
sacerdotes y obispos sean alegres, trabajen con felicidad y no tengan siempre una
cara de amargado, seamos obediente, y hagamos lo que nuestros pastores nos diga
para caminar por esas sendas del bien que nos llevará a Dios. Cuán grande es la
generosidad de los sacerdotes, esos pastores que por el bien de sus ovejas no les importa acostarse a las 12 de la
medianoche, escribiendo sus homilías, preparando la liturgia, orando por sus
feligreses; esos pastores que no les importa que les llamen a las tres de la
madrugada para ir a dar una unción a un enfermo; esos pastores que no les
importa lo agotado que estén, pero sus feligreses no se van a quedar sin comunión
un día; esos pastores que oyen nuestras faltas todo el día; esos pastores que
se esmeran para que seamos buenas ovejas, fieles a la voz de nuestro Divino y
Buen Pastor; esos pastores que con ellos está el Dios de la paz, el que
mediante la sangre de una alianza eterna, resucitó de entre los muertos al
pastor eterno de las ovejas; esos pastores enriquecidos con los dones que Dios
ha derramado sobre ellos, esos pastores que siempre estarán vigilando por el
bien de sus ovejas.
En vez de criticar al cura, oremos por ellos, por su salud, por su vida,
por su familia, por su vocación, oremos para que el Espíritu Santo sea aquel,
que por medio de esos pastores nos hablen, oremos para que los sacerdotes estén
cada día enamorados de su vocación, oremos para que cada día aumenten las vocaciones
sacerdotales y religiosas, para que cada día sean más los hombres llamados y elegidos
a ser testigos y ministro de la palabra, de la misericordia y del Cuerpo
Sacramentado de Jesucristo, la primera razón de nuestras vidas, oremos y démosle gracias a Dios por la generosidad de nuestros pastores, porque el tan solo hecho de dejar todo por servirle al Buen Pastor y a su rebaño, es un gran gesto de generosidad..
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