#YoSoyEvangelizadorDeLasRedes.

Cada día Dios nos habla, cada día Dios nos da un mensaje para que sigamos adelante, para que seamos testimonio de Él. Para escuchar la palabra de Dios no hace falta estudiar y estudiar, solo hay que disponerse a escuchar, a saber escuchar, a dejarse enamorar y sorprender por el amor de los amores. Este blog consiste en las reflexiones del evangelio del día. Cada día Dios tiene una palabra para nosotros y a su vez, algo diferente, algo aún mejor que lo de ayer, solo hay que confiar en su palabra y entregarse a él.
Evangelizar las redes es una misión que debemos tener, a veces las redes sociales son los lugares donde hacen falta más evangelización, comuniquemos que Cristo es la razón de nuestra existencia, comuniquemos que sin Cristo no somos nada, llevemos la palabra a todas partes, sin miedo, para que podamos decir #YoSoyEvangelizadorDeLasRedes.

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miércoles, 24 de mayo de 2017

¡ECHA LAS REDES AL MAR Y DIOS HARÁ SU OBRA

“Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”. Simón le respondió: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, pero basta que tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y pescaron tan gran cantidad de peces que las redes amenazaban con romperse”

Imagen relacionadaLucas 5, 4-6

Este relato bíblico, a lo mejor ha sido muy significativo para un joven que discierne su vocación, precisamente porque relata la vocación de los cuatros primeros discípulos de Jesús, quien estando a la orilla del lago de Genesaret, subió a una de las barcas, la de Simón, a quien le pidió que se alejara un poco de tierra para enseñar desde la barca a aquella gente que se agolpaba a su alrededor, porque estaban necesitados de la palabra de Dios.
Sin embargo, aunque son cuatro discípulos, esta reflexión va a estar enfocada en sólo uno de ellos: Simón; a lo mejor el más necio de todos los discípulos, pero su historia puede ser parecida a la de cada joven que se siente llamado a echar las redes al mar.
Inicialmente, aunque esta reflexión va enfocada también en el “echar las redes al mar”, no quisiera obviar que tenemos un momento que aunque no parezca importante, sí lo es: la compasión de Jesús con la gente que se agolpaba para escucharle, Él quería consolarlos, quería darle alegría con su Palabra, sencillamente, quería que ellos tuviesen un encuentro real con Él, más de verlo o escucharlo, creerle y seguirle. Pero hubo un instrumento para esto: Jesús se montó en la barca de Simón para enseñar a aquella gente, es decir, Simón dejó que Jesús se montara en la barca y escuchando su súplica de alejarse de tierra, le obedeció y se  alejó de tierra, y esta barca posiblemente significaba su vida entera; si analizáramos todo esto, Jesús entró en la vida de Pedro y desde allí enseñó a la gente.
Ahora bien, sería interesante tener en cuenta el estado de ánimo de Simón, ¡toda la noche sin pescar!, es decir, su trabajo en esa noche no dio fruto, y esto traería ciertas consecuencias no sólo para él y su familia, sino para mucha gente que se alimentaba de esos peces. Pero Jesús, sabiendo su estado de desánimo, de desespero, a lo mejor de rabia y decepción, sólo le dijo: “echa las redes al mar”; seguro que Simón se sintió como cuando le dicen a un músico “toca esa guitarra” y la guitarra no tiene cuerdas.
No obstante, Simón sí le hizo caso, sólo porque el Maestro le dijo, pero lo hizo posiblemente después de refutarlo y decirle que no habían peces, después de ponerle en cara que el profesional de la pesca era él, que toda su vida estaba resumida ahí y que las iba a lanzar para demostrarle que ahí no hay peces; y el hombre lanzó las redes, y eran tantos los peces que las redes se iban a romper.
Este es el segundo gesto de generosidad de Jesucristo: no fue hacer el trabajo de Simón sino alimentar a miles de personas con estos peces; pero no fue Jesús quien echó las redes, fue Simón.
Cuántas veces en nuestra vida podemos ser como Simón, que pasamos noches y noches en nuestra barca sin nada que pescar, sin mantenernos, sin alimentar a la gente y sin esperanzas de nada. Cuántas veces sentimos que Jesús nos invita a echar las redes, pero nos negamos y seguimos con las redes de nuestro corazón totalmente vacías
Toda la obra de Jesús no es solo: ¡Él te necesita para consolar a la gente! Es hora de que dejes entrar a Jesús a tu barca y te alejes de tierra para que Él consuele a la gente que lo busca, para que Él les dé alegría a todos ellos, que también como tú, sienten un vacío. El vacío de la gente es que no ha encontrado a Jesús, pero tú que ya lo encontraste, es probable que tu vacío es que Jesús no se ha montado en tu barca, tu vacío es que esa gente tampoco ha encontrado a Jesús.
Simón dejó entrar en la barca a Jesús, es decir, lo dejó entrar en su vida; es necesario que dejes que Jesús entre en tu vida, porque con este gesto, mucha gente también lo tendrá en su corazón; y si Jesús te sigue pidiendo algo más: ¡Echa las redes al mar!
Echar las redes al mar implica dejar de ser soberbios, dejar de creer que sé de mi vida más que el Maestro; podrás ser el hombre más profesional en la pesca, pero el que creó los peces sabe más que tú. Echar las redes al mar es lanzarlas a lo profundo de tu corazón; allí donde parece que no hay nada, donde crees que no hay esperanzas, allí el Señor puede hacer mucho más de lo que tú crees.
Echar las redes es donar tu vida por amor, para que así mucha gente se alimente. Esos peces alimentaron no sólo a Simón y su familia, sino a mucha gente de ese pueblo; así obra Dios, con tu donación puede alimentar a mucha gente. Así como estos peces alimentaron a la gente porque Simón echó las redes al mar, tú podrás también alimentar al mundo, confortar a los que sufren, fortalecer a quienes quieren ser fuerte, sumergir al mundo en la Verdad de Cristo y llenar de alegría las vidas de aquellos que están tristes, pero todo esto es posible sólo si echas las redes al mar.
En la calle hay mucha gente esperando que tú eches las redes al mar, porque a lo mejor Dios te llama, para que Él entre a tu barca, para que tú eches las redes y para que Él por medio de ti alimente a toda esta gente que espera. No tengas miedo a echar las redes al mar, échalas a lo profundo, a donde hay nada, porque ahí, Dios va a obrar.

Cuando te sientas desanimado, porque tu red no tiene peces, ya sabes lo que tienes que hacer. Es la hora de negarte a ti mismo, de dejar que Cristo haga su obra, de que la red se reviente de tantos peces, pero todo esto es posible si tú, sin miedo ¡eches las redes al mar!

martes, 23 de mayo de 2017

ES LA HORA DEL BUEN VENEZOLANO


Resultado de imagen para venezuela CRISTOEn una realidad como ésta, es tan normal preguntarse qué va a pasar con este país, qué es lo que viene después de todo esto o quién va a reconstruir este país, que de una vez nos formamos ideas de lo que va a pasar; en cierto modo, tenemos algo de esperanza. No quiero enfocar esta reflexión en seguir denunciando todo lo que está pasando como frecuentemente lo hago, pero sí en lo que debemos hacer y, fíjense bien, en los términos utilizados: cuando hablo de cristiano me refiero a todo aquel que –al menos- dice que cree en Cristo.       Primordialmente, siempre me ha gustado citar al Papa Benedicto XVI cuando dice que no se es cristiano por una decisión ética o ideológica sino por un encuentro con un acontecimiento: el amor de Dios demostrado en su hijo el cual –por amor- murió por nosotros. Y precisamente aquí entra el deber de los cristianos en esta Venezuela tan herida por el odio y el sufrimiento: llevar a Venezuela al ENCUENTRO con CRISTO, pero para que no suene religioso, vamos a decir que el deber de un buen ciudadano es llevar a Venezuela al encuentro con las buenas costumbres, las buenas intenciones y las ganas de hacer el bien por un interés grupal, por el bien de todos.
Por otra parte, los venezolanos han tenido la costumbre de una rivalidad sin sentido, pero producto de intereses de muchas personas que tienen el poder, ya sea poder económico o el mismo poder político del país; es decir, muchos han seguido a cierto ideal político y han rechazado a otros, cuando a lo mejor en el fondo tienen los mismos intereses: el poder y el tener.
De igual manera, como una vez mi arzobispo lo dijo, hoy también lo repito: “no se trata de socialismo, capitalismo ni nada, se trata de un pueblo”; esta solución no es política, es algo que va más allá de la política; es una solución que incluye a todos los venezolanos, sin distinciones de ideologías, esta solución no es el socialismo, el comunismo, el capitalismo o cualquier ideología política, sino que la solución es comenzar a ser buenos venezolanos.
Ahora bien, hay una lucha en la calle, protestas, represiones, pueblo contra pueblo, personas con hambre defendiendo a quien no tiene hambre peleando con personas con hambre que no quiere seguir pasando hambre; parece un juego de palabras, pero es la verdad. En la calle se ha enfocado esta lucha en contra del régimen que gobierna a Venezuela, por los diversos problemas existentes en lo social, económico y político, pero más que todo el económico, y nos olvidamos de algo tan importante: lo moral.
Este régimen dejó muchos estragos económicos, un país en quiebra, sin producción, sin alimentos, sin empleos y pare usted de contar estos problemas económicos. La esperanza de muchos es que este gobierno caiga, pero también aún hay personas que quieren que esto siga, y viene esta situación: se va a montar otro gobierno, termina, se monta otro y a lo mejor arregla lo económico, no fácilmente, pero lo arregla, o tal vez no, ahora bien, ¿Lo moral? ¿Quién lo va a arreglar?
A ti joven, que quieres ser sacerdote pero te da pena o te sientes inútil en la reconstrucción de Venezuela: Tú serás el pastor de un Pueblo sufriente, que fue víctima de un grupo de personas que le causó daño al país, que dejó familias divididas, delincuentes en la calles, gente sin ganas de producir, jóvenes sin ganas de estudiar, gente con intereses personales que no les importa lo que sufre el otro, políticos corruptos, narcóticos y narcotraficantes, tú consolarás y fortalecerás a las madres que perdieron a sus hijos protestando, robando, o victimas de robo, ahí tienes bastante para trabajar, y Jesús te acompañará, pero nada esto es posible sin tu “Sí”, tú serás quien hará que este pueblo se encuentre con Dios, y para que no suene religioso, tú serás aquél que hará que este pueblo esté lleno de gente buena, con ganas de hacer el bien.
A ti maestro, que no quieres seguir porque el sueldo no te alcanza: Tú serás el educador de muchos niños que se están formando en un mediocre sistema que lo único que forma es a ignorantes, tú serás el encargado de que ese niño tenga buenos conocimientos y por medio de ellos elija lo bueno y lo malo, tú serás el encargado de que muchos jóvenes sepan elegir una buena opción para el futuro, tú serás el encargado de que Venezuela esté llena de profesionales, de trabajadores, pero sobre todo de personas que cumplan su deber a buena manera.
Y tú, venezolano, cristiano, padre de familia, cualquier adjetivo que te califique, eres el responsable de reconstruir este país, de ser buen ciudadano, de respetar las normas de cortesía, las normas que te califican como un buen venezolano, es hora de que respetes los semáforos, las aceras, los rayados, las normas del hablante y del oyente, y todo aquello que te parece indiferente o inútil; es hora de que dejes la viveza venezolana y empieces a usar la bondad venezolana; es hora de compartir, de caminar, de luchar, de ser los mejores venezolanos.
Es la hora de definir nuestro rumbo: esto ya no es socialismo, capitalismo, comunismo, lo que sea… esto es VENEZUELA, se trata de nuestra patria, la que nos vio nacer, la que nos vio triunfar, la que nos vio crecer. Es la hora de que el chavista y el opositor trabajen juntos, sin rivalidades, es la hora en el que el militar y el civil trabajen juntos, todo por un mismo fin: mantener en paz y en progreso a esta patria. Es la hora de que la única rivalidad que haya en este país sea la de los magallaneros y los caraquistas, no es la hora de partidos políticos, es la hora de Venezuela.
Esta lección histórica no puede pasar por debajo de la mesa, porque por algo pasó, ¡es hora de cumplir nuestra misión! Y aunque suene religioso: ¡Venezuela vuelve a Dios!

sábado, 22 de abril de 2017

AUTO-MISERICORDIA: CREER PARA TENER PAZ


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En este día tan especial para la Iglesia, la Palabra de Dios nos invita a ser misericordiosos con nosotros mismos. Venimos de un Año Jubilar de la Misericordia y hemos escuchado en diversas ocasiones que tenemos que ser misericordiosos como el Padre, con nuestros hermanos, con los que sufren, etc. Pero, ¿No sería interesante practicar una auto-misericordia?

La palabra misericordia viene del latín miser (miserable, desdichado) y cordis (corazón), y precisamente define aquel sentimiento que tengo en el corazón con aquél que sufre, en otras palabras, sentir el sufrimiento del otro. Entonces ¿Cómo es que voy a sentir mis propios sentimientos? ¡Es una redundancia!
Muchas veces pensamos que nos amamos, pero en realidad, amarse a uno mismo es algo que va más allá, y la misericordia está implicada en ese más allá.

La Palabra: La Verdad nos hace misericordiosos

La Palabra de Dios hoy no nombra la palabra “misericordia”, pero dentro de estas líneas se sobreentiende un gesto de amor, en primer lugar de Dios para con nosotros, en segundo lugar de nosotros para nuestros hermanos, y dentro de estos dos, de nosotros para con nosotros.

Cristianismo: ¿Utopía?

La primera lectura nos muestra cómo eran los primeros cristianos: vivían todos unidos, y lo tenían todo en común, una asistencia constante en las celebraciones, el amor sobresalía en ellos, pero sobre todo la alegría, y cada día se agregaban más a estas comunidades.
Nosotros como comunidad de Dios que hoy nos congregamos al igual que estos primeros cristianos, no debemos escapar de esta alegría, de este amor mutuo, pero sobre todo de esta misericordia, de este querer sentir lo que sienten los demás, de este sentido de hermandad.
Un hermano de una comunidad cristiana está pendiente si el otro hermano desayunó hoy, o si tiene cómo almorzar o si tiene cómo ir a la celebración, esto es un gesto de misericordia muy noble, pero también es un gesto de misericordia aceptar esta ayuda, no sólo estoy recibiendo este amor de hermano, sino que estoy aceptando la misericordia de éste hermano y por consiguiente estoy siento auto-misericordioso.
Pero esta misericordia no la aprendieron los cristianos por su cuenta, alguien se las enseñó, ¡y ese alguien los tuvo que transformar!

Cristo quiso transformar nuestras vidas

En la segunda lectura, Pedro nos afirma que por la resurrección de Jesucristo hemos nacido de nuevo, es decir, nos transformamos, hemos renovado nuestras fuerzas. Sin embargo, esta transformación no es tan fácil como parece, hay algo más que hay que vivir, no sólo esta vivencia perfecta de comunidad, sino también un trago amargo, entra el sufrimiento en esta historia.
El sufrimiento en la vida de un cristiano –aunque parezca contradictorio- no es motivo de tristeza, al contrario, ¡es motivo de alegría!, porque Dios permite estas pruebas en tu vida, no para ver si tienes fe, o para ver si confías en él, sino para aumentar tu capacidad de creer en él, para que comprendas cada día que sin él no eres nada, para que comprendas que la fiesta de tu vida se va a acabar si no invitas a Jesucristo a la fiesta.
Los cristianos de esta época ciertamente no hemos tenido un contacto físico con Jesucristo, como lo tuvieron los apóstoles, pero es tan grande este hombre, que sin conocerlo, sin verlo, ya lo amamos, y creemos en él, y cada año renovamos este gozo de que nos ama, un amor demostrado en cruz, un gozo demostrado en una tumba que está vacía; pero para esto es necesario creer.

El miedo: una ceguera que no nos deja ser misericordiosos

El evangelio de hoy nos muestra a unos apóstoles que están encerrados llenos de miedo, porque a lo mejor los iban a matar como mataron a Jesucristo, miedo a la opresión, como que les faltaba un empuje para cumplir la misión encomendada por Cristo.
Hay una palabra que va a calmar estos miedos: “Paz a vosotros” y con ella la muestra más grande de misericordia que Jesucristo ha tenido con todos nosotros: El Perdón de los pecados, pero no quisiera enfocar esta reflexión en este hecho tan grande de misericordia no sólo de Dios para con nosotros, sino del paso que nosotros mismos tenemos que dar hacia este gran sacramento.
Uno de los apóstoles no estaba con ellos, y como no vio los hechos, no quiso creer, pero ocho días después se le apareció Jesús, y allí creyó.
Todo esto quiere decir que Jesús va a mostrarnos muchas veces cuanto nos ama, pero somos nosotros quienes tenemos que dejar de estar ciegos y creer, creer que nos ama.

Creer: en verdad nos ama

Jesucristo dejó el lienzo doblado para decirnos que volvía, en cada misa doblamos el mismo lienzo para que podamos comprender que cada día se hará presente en el altar, pero hay que creer, sin ver, confiar y creer. 
En esta realidad hay muchos Tomás, que esperan ver para creer, y más hoy, en un país encerrado como los apóstoles, por miedo a los judíos, una ceguera de un pueblo pobre, en donde un hombre con hambre y con uniforme golpea y mata a un hombre con hambre y sin uniforme para defender a un hombre que no tiene hambre ni sufre lo que el pueblo sufre, y esto no es política es la realidad.
Este país no lo va a cambiar un partido político, sino que lo cambiará cada venezolano cuando aprenda a ser misericordioso consigo mismo, cuando se perdone, perdone a aquel hermano que piensa distinto y perdone a aquel que tanto daño le hizo, pero lamentablemente, esto está en un: “ver para creer”
Hoy el Señor quiere que tú creas en Él, la verdadera paz de un alma está en creer, y un acto de misericordia con nosotros mismos es aceptar la Paz que Cristo nos viene a traer.
Muchos otros signos hizo Jesús en este mundo, y son muchos los signos que hará en nuestra vida, en nuestra nación, en esta Patria en donde Él se quiso quedar para siempre. Sería inmoral decir “no tengas miedo” porque tenerlo es normal, pero sí ¡No le tengas miedo a tus miedos!
Que el Señor nos enseñe a ser misericordiosos con nosotros, con nuestros hermanos y con este mundo que tanto carece de este gesto de amor con Jesucristo.
La misericordia, más que sentir el sufrimiento del otro, es dejar que Jesucristo arrope con su amor nuestra miseria humana y con ella queme todo aquello que nos ha hecho daño y a la basura darle buen olor. Si en verdad quieres paz para tu vida, ¡Cree! Porque es la única forma de encontrar dicha paz. Si quieres ser misericordioso contigo mismo ¡Acepta la Paz que Cristo te da! 
¡Que la misericordia de Dios reine en nuestros corazones!

jueves, 20 de abril de 2017

LLAMADOS A SERVIR

Ciertamente la Iglesia es Santa, como se recita en el mismo credo “creo en la Iglesia que es una Santa, Católica y Apostólica”; esta santidad siempre va a existir, a pesar de que sus miembros no lo sean. La Santidad de la Iglesia invita a sus miembros a ser santos, es decir, a no seguir intentando manchar el nombre de la Iglesia con sus actos, y convertir estos actos en la muestra de santidad más notoria que la misma Iglesia ejerce: el Servicio.
Personalmente, diferencio el “servicio” del “Servicio”, porque hay uno por coacción y otro por convicción, más que convicción, por amor. Servicio es una palabra que viene del latín servus que significa siervo, es decir, alguien que se abaja, se anonada y se pone a disposición del otro.
Con todo esto, el primer paso para Servir es bajarse de una nube construida por nosotros mismos, que nos lleva a pensar que somos más que los demás y que aquél demás me tiene que servir, porque soy superior a él. Para Servir es necesario reconocer que todos somos iguales, es más, es necesario rebajarse y servirle al otro como si fuera nuestro amo, nuestro maestro o jefe, y Jesucristo mismo lo enseñó con su vida y esto se puede observar con el gesto de lavarle los pies a los discípulos, algo que sólo lo hace un siervo hacia su amo; entonces, si Jesucristo hizo esto ¿Los apóstoles son más que Cristo? ¿No era mejor que los apóstoles le lavasen los pies a Cristo? ¿Qué quiso decir Jesucristo con todo esto?
Las preguntas anteriormente mencionadas son completamente válidas, y todas ellas tienen una respuesta: Jesucristo, quiere que seamos Siervos de nuestros hermanos. 
El Servicio es algo muy bonito, pero cuando se hace con amor, hoy lamentablemente esto se ha distorsionado, muchos sirven, pero por algún interés personal, es como un político que hace las cosas Iglesianarse un voto; el servidor de la Iglesia no debe caer en este servicio y vamos a ubicarlo en nuestros propios ámbitos:
Un sacerdote debe Servir por amor, pues para eso se ha consagrado, él pasa por un proceso donde se hace discípulo por 
tener un encuentro personal con Cristo, para más adelante configurarse con el Buen Pastor y así, toda su vida amar y querer dar la vida por sus ovejas, como Cristo lo hizo. Parece contradictorio, pero el verdadero servidor en la Iglesia es el sacerdote y en todos sus aspectos, desde el servir la Mesa para el Gran Banquete hasta servir la mesa a un indigente. Un sacerdote que le encante que le equivocadotá totalmente distorsionado, equivocado y desubicado, es la muestra de hipocresía más notoria, está actuando como los mismos fariseos que quisieron crucificar Jesucristo; en la Iglesia no deben haber sacerdotes que piensen que los ministros, catequistas y demás miembros se hicieron para ser los esclavos de los curas, principal el Servicio. El sacerdote es el principal sujeto que debe dar testimonio del Evangelio, de la vida de Jesucristo, y con todo esto se puede decir que el Sacerdote es el principal testimonio del Servicio, y con su testimonio enseñar a los demás a ser Siervos. El Servicio sacerdotal es un testimonio que no sólo debe estar cuando está presente el obispo, sino en toda su vida ministerial, desde con sus fieles hasta con sus hermanos de presbiterio; todo esto se traduce a lavarle los pies a los demás, no como un simple gesto litúrgico de Jueves Santo, sino comprender el sentido de esto y llevarlo durante su vida.
Un seminarista por ver estos malos ejemplos y por construir castillos encima de nubes en su cabeza, puede tener una visión distorsionada del Servicio, pero también un seminarista puede crear este concepto de servicio por sus propios intereses, un árbol mal 
nacido viene de una mala siembra y si un seminarista es así desde el semillero, en el arbolar de su Ministerio Sacerdotal no va a dar frutos, sino cizaña. Un seminarista que sirva para que los formadores lo vean, es el mismo seminarista que mientras el formador no esté hará desastre con su vida y su formación. Un seminarista que sirva para ganarse la confianza de los formadores y tener a Dios amarrado por la barba es el mismo seminarista que cuando se ordene va a trabajar sólo cuando el obispo lo vea, es el mismo cura que servirá para que el obispo le dé las mejores parroquias, ¡Qué distorsión! La dimensión comunitaria de la formación es la propicia para realizar el 
servicio, el cual debe comenzar desde con los hermanos mayores, hasta con los hermanos menores. El servicio del seminario no consiste en jerarquías, en que el menor es esclavo del mayor, sino 
en el Amor, el verdadero Servicio por convicción no es tener confianza con los formadores y pasear con ellos a cada rato, sino trabajar para que la Iglesia esté bien, por Amor a mi casa, por Amor 
a mi vocación, por Amor a mis hermanos y por supuesto, por Amor al mismo Cristo que me ha llamado a servir. Un seminarista que no sirve se ha equivocado muy bruscamente de su vocación, un seminarista que sirva por coacción, ¡mejor que se postule a una elección de alcaldes a ver si la gente le cree y gana! 
Un Laico puede caer en servir para ganarse la confianza de su párroco, para que lo feliciten o para que lo pongan en un buen puesto. La Iglesia no es una empresa, es una Madre y a parte de Madre es una Casa, y la Casa es de todos. Un Laico no puede limitar su servicio a un sacerdote, sino a sus hermanos. Esto de tratar mal nuestros propios hermanos y aparentar falsa santidad delante de un párroco son cosas que carecen de sinceridad y propias de un ser hipócrita. Un Laico debe Servir como el mismo Cristo lo hizo, y como los mismos apóstoles lo hicieron entre sí desde que conocieron al Maestro. Un buen Laico es aquel que se le olvida que su hermano es más o menos que él y comienza a servirle, es aquél que ama a sus hermanos sin importar sus problemas, es aquel que toma lo bueno de sus líderes y los lleva a la práctica. Un buen Ministro de la servicioía es aquel que no limita su servicio a dar la comunión, sino que lo lleva a hasta tomar una escoba y barrer. Un buen Catequistaes aquél que se entrega por completo a la enseñanza de la doctrina de la fe, pero que también colabora con los otros servicios. Un buen Minsiterio de música es aquel que Sirve para alabar a Dios, que tiene presente que la Misa no es un concierto, y que Sirve teniendo presente que todos estos talentos son para alabanza y gloria de nuestro Dios.
Por último, el Servicio es algo muy amplio, que muchos a lo mejor hacen sin darse cuenta y que otros sabiendo hacerlo no lo hacen. El Servicio es como la Santidad, nadie está exenta de ella. Un Sacerdote en un retiro dijo “La santidad es igual a la felicidad y 
viceversa” hoy yo digo también “El servicio es igual que ser feliz, y la
felicidad es igual a la santidad” ¡Procuremos nosotros a servir! Como 
lo dijo Teresa alguna vez “Quien no vive para servir, no sirve para 
vivir”, y yo agregaría: Quien no sirve para amar, ¡no sirve para nada!


¡Seamos Siervos por el Amor de CRISTO!


viernes, 1 de enero de 2016

UN NUEVO AÑO PARA IMITAR A LA MADRE DE DIOS

Estamos en el primer día del año civil, un día muy especial para todas las familias, ya que es uno de los momentos en que se reúnen para un fin, comenzar en familia el año nuevo, pero también es un día festivo para nuestra Iglesia, ya que celebramos la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

TAN GRANDE SON LAS MADRES QUE DIOS QUISO TENER UNA

Al hablar de María hablamos de una mujer admirable, la más grande y admirable entre las mujeres, tan solo por  el hecho de que dentro de su vientre estuvo durante nueve meses el Ser más grande de la historia, tan grande que dividió la historia en dos. Comprender esta verdad irrevocable de fe, no es fácil, es muy difícil entender cómo María es Madre de Dios, si Dios ha creado todo. Jesucristo, quien es el Dios encarnado, siempre ha existido en la palabra de Dios, y esta palabra se ha hecho carne y habitó entre nosotros, Dios se hizo igual que nosotros, con las mismas características, con los mismos componentes menos en el pecado, sin embargo, nunca perdió su condición divina, es por eso que sostenemos que Jesucristo es hombre verdadero y Dios verdadero, y por ser un hombre verdadero nació igual que todos, de una mujer, con la diferencia de  que fue concebido por obra  y gracia del Espíritu Santo, fue Dios quien lo engendró en el momento de que el ángel Gabriel le dio la noticia de que iba a ser madre.
Con este misterio, meditamos que Dios ha escogido a una mujer del pueblo, para que su Hijo nazca bajo la carne y la ley, y nos rescatara de la muerte que nos traía la misma ley, tal como lo dice la segunda lectura de la carta de San Pablo a los gálatas. Dios, quiso nacer desde lo más pequeño, en lo más pequeño y con los más pequeños, para así ser un Dios cercano a su pueblo, un Dios cercano a aquellos que han sido oprimidos por los que han tenido el poder. Dios no quiso escoger a la mujer con más bienes de la época, ni con más cualidades, por eso Él hizo a la mujer perfecta, cuya descendencia aplastará la cabeza del diablo, Dios hizo a María con el fin de que fuese su Madre, la Madre del Dios Hijo, y aunque sabía que María no le iba a fallar en su respuesta, no le quitó su libertad, y María en medio de esa libertad que Dios nos ha dado a todos, dijo “Sí” y con ese “Sí” entró la salvación al mundo. Si María no hubiese dicho Sí, no tendría sentido reunirnos a celebrar la eucaristía; en cambio María creyó en la palabra de Dios, y como fiel hija de Dios, quiso cumplir su voluntad.

MARÍA: BUENA MADRE, BUENA HIJA Y BUENA ESPOSA

Es agradable ver cómo Dios nos invita a ser como María, es decir, nos invita a ser sencillos, a ser humildes, a ser puros y castos, Dios nos invita a ser hijos perfectos como lo fue María con Dios Padre, que cuando el Ángel Gabriel le dio la noticia, no refunfuñó con su respuesta, sino que felizmente dijo Sí, cuántos jóvenes refunfuñan cuando la mamá le pide el favor de cerrar la puerta de la casa, o mandarle a comprar algo. Dios invita a quienes tienen hijos, a ser madres y padres perfectos, como lo fue María con Jesús, como lo fue José, que a pesar de que es el padre adoptivo de Jesús, Él se encargó de enseñarles cosas buenas, Dios no esperaba de san José que se llevara a Jesús al primer burdel que encontrara, ni a la primera licorería que esté atravesada en su camino, Dios quiso que Jesús naciera de esa familia humilde, honesta y de buenas costumbres. Cuando Jesús se perdió en Jerusalén, María y José duraron tres días buscándolos, y estaban muy preocupados, cuando lo encontraron, sutilmente le preguntaron “¿Por qué nos haces esto? Te hemos estado buscando todos estos días” y Jesús sutilmente le respondió “¿Por qué me buscaban? ¿A caso no saben que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? María y José no entendieron esto, y María meditaba todas esas cosas en su corazón; cuantas veces el muchacho se le pierde a los padres, y cuando lo encuentran le dan una paliza, que hasta el cuero de la correa se consume, y el muchacho queda más morado que el tiempo de cuaresma, con este sencillo ejemplo, podemos comenzar a trabajar para ser esos Padres perfectos que tuvo Jesús. Dios invita a todos los esposos y esposas a ser fieles a esa bendición que Dios les ha dado, así como María lo fue, con la acción del Dios Espíritu Santo que hizo que ella concibiera al hijo de Dios, pero de una manera más clara, como lo fue María con San José y como lo fue José con María. José nunca refunfuñaría cuando María le pidiese que le cambiase el bombillo que se quemó, ni refunfuñaría cuando María le pidiese que le cambie la bombona del gas, en el ambiente histórico de aquél tiempo, José nunca refunfuñó cuando María le mandó a hacer una silla o una mesa, ni María refunfuñaría cuando José le pidiese que le hiciera una arepa demás porque tiene hambre, ni refunfuñaría cuando le lavaba la ropa a José llena de aserrín, polvo y barro porque venía del taller, María nunca prefirió otro hombre que José, y José nunca prefirió otra mujer que María. Por eso, en este año, imitemos a María, como buena madre, buena hija y buena esposa que fue, pero recordando siempre, que si nuestra devoción a María no nos lleva a Jesús, es una devoción en vano.

UN AÑO DE CAMBIARNOS

Hoy recibimos un nuevo año, y debemos comenzar este año, con muchas expectativas y sobre todo con muchas cosas que mejorar, más allá de lo difícil que va a ser este año,  con esta crisis social-política-económica que hay, tratemos de cambiar nuestro interior y comencemos a hacer cosas buenas, Dios se  encargará de la historia y de todos los cambios que necesita nuestro país. Nosotros procuremos cambiarnos, un cambio para mi bien y para el bien de quienes nos rodean. Hoy es un día de compartir, desde nuestros familiares hasta nuestros vecinos más lejanos, por lo tanto es un día de reconciliación. Evitemos esas peleas que hay en nuestros hogares, por algo que no tiene sentido, si yo no le hablo a mi hermano, hoy es el momento de hacerlo y darle un abrazo, si no le hablo a mi papá o a mi mamá, es el momento de hacerlo, pero que ese abrazo en familia no se repita solamente los 31 de diciembre a las 11:59pm, sino que esa reconciliación perdure todo el año, y que el año que viene se vuelva a renovar esa reconciliación. Imitemos a la Sagrada Familia de Nazaret, evitemos – no solo el 31 de diciembre – sino durante nuestra existencia, esas peleas sin sentido e inmaduras, esas peleas no son comunes en hogares verdaderamente cristianos ni son convenientes para los niños que crecen en nuestro hogar. Ayer, luego de abrazarnos todos en familia recordamos todo lo que nos pasó en el 2015, pero al inicio de este año, meditemos, si yo el año pasado hice cosas malas, este año haré cosas buenas, y que ese propósito de enmienda no quede solamente para el 31 de diciembre, sino para los 365 días del año. Cambiemos este año también en lo espiritual, si yo no estoy en gracia y por lo tanto no puedo comulgar, vaya con el sacerdote y humildemente confiésese y luego comulgue, si yo estoy en gracia y comulgo cuando tengo la oportunidad de comulgar, preocúpese por aumentar esa gracia que Dios le ha dado, pero no la pierda criticando a quienes no la tienen, más bien oren por ellos. Si yo no estoy casado por la iglesia, pero vivo en concubinato, hable con el sacerdote y ocúpense de promover esa santificación de hogar que necesitamos, es conveniente que así como nos debemos reconciliar con nuestros familiares, también nos reconciliemos con Dios. Vivamos este nuevo año, meditando, contemplando y viviendo la misericordia del Señor, que cada día se derrama por amor a nosotros. Que el amor de Dios, arrope una vez más nuestra miseria, y que este año sea un año lleno de misericordia, que así como Dios es misericordioso conmigo, yo sea misericordioso con mi hermano y sea misericordioso conmigo mismo. Que este nuevo año esté cargado de bendiciones para todos, les deseo de todo corazón ¡Un feliz año nuevo 2016! ¡Dios nos bendiga siempre!

viernes, 11 de septiembre de 2015

MARÍA, MODELO DE VIDA PERFECTA

MARÍA DE COROMOTO 
Hoy es un día especial para nuestra Iglesia Venezolana, porque celebramos  la solemnidad de nuestra patrona, la virgen de Coromoto, una advocación muy bonita que se les dio a conocer a los más pequeños de aquella época: a los indígenas, y de una manera muy hermosa, mandándoles a bautizar. La Virgen de Coromoto, así como apareció, se quiso quedar con nosotros, en esta patria tan amada, dejando así un trozo de tela donde está pintada su hermosa imagen, la cual mucho conocemosla Reliquia de la Virgen de Coromoto, una imagen apenas de 2,5 cm de alto y 2 cm de ancho. Un misterio muy bonito e impactante; recientemente, esta reliquia pasó por un proceso de restauración y se hallaron muchas cosas que científicamente no tiene explicación, entre ellas:  
  •    En primer lugar, el relicario estaba sellado y los restauradores no podían abrirlo…de repente se abrió sólo. 
  • La imagen, además de manchada y muy deteriorada, estaba pegada al vidrio  del relicario que la contenía. Sin manipularla ni aplicar químicos, comenzó a desprenderse sola. 
  • La primera etapa de restauración estaba prevista completarla en 3 a7 semanas. Sin explicación científica posible, comenzó a auto-restaurarse (las partes faltantes se fueron completando) en 6 días, y el proceso de auto-restauración ha continuado, mostrando nuevos hallazgos cada vez que se expone a microscopios de alta resolución. 
  • Los hallazgos en los ojos han creado gran sorpresa e impacto en la comunidad científica, ya que no existen explicaciones humanamente posibles: El ojo izquierdo posee iris, cristalino, retina. En él se refleja una figura humana.En el ojo derecho  hay células epiteliales de un ojo humano vivo. El iris tiene forma de mapa de Venezuela, y en el centro del mapa está la imagen de Jesús. (Hay que acotar que Venezuela es el único país del mundo consagrado al Santísimo Sacramento del Altar y al Sagrado Corazón de Jesús)  ¿Qué nos lleva a pensar este misterio mariano tan hermoso? Que en las cosas más pequeñas, está la grandeza de Dios; Así como la virgen se restauraba ella misma, Venezuela también se restaura, y con ella y nuestra oración, cada día se irá restaurando. 

  • La corona sobre su cabeza es un penacho indígena, lo que se ve detrás como fondo de la imagen es el interior de una choza indígena. Las columnas a los lados son representadas en tejido de cestería indígena. Sobre ellas hay palabras en arameo, entre las cuales se ha traducido “La mujer más grande llena de gracia 

MARIA: LA OBRA PERFECTA DE DIOS 
Y me quiero quedar con esa frase hallada en la reliquia de  la Virgen de Coromoto: María es la mujer más grande, el ser más hermoso, la obra perfecta de Dios, todos sabemos que la obra de Dios es perfecta: el cielo, las estrellas, los árboles, el mar, las montañas, los animales, el ser humano a su imagen y semejanza, en fin, una obra perfecta, pero cuando hizo a María, se la comió; si hay una muestra de la perfección de la obra de Dios, es María, la mujer más grande, porque dentro de ella, estuvo durante nueve meses el ser más  grande de la historia de la humanidad, tan grande fue, que dividió la historia en dos. 
Cuando uno hace algo con sus propias manos, por ejemplo un dibujo, y le queda realmente hermoso, cada vez que lo ve, se regocija de su obra, el trazado está perfecto, la pintura ni se diga, los de talles muy bonitos, en fin, una pintura perfecta. Así como un pintor se regocija de su obra,  cómo se pondrá Dios cada vez que ve a María: 
El Dios padre, ve en María a una hija perfecta, una hija humilde, sencilla, una hija hermosa y sobretodo una hija obediente a su voluntad, una hija que desde el  primer momento fue su esclava, su sierva, siempre estuvo dispuesta a darle un Sí a su voluntad. Una hija que cualquier padre quisiera tener, una hija que  no le reclame nada, una hija que no sea necia, una hija que le haga caso, una hija con buenas costumbres y modales, es fin, una hija perfecta. Hay una canción que dice "¿Qué hubiese pasado, si ella hubiese dicho que no?" Y es que María, nació para ser la madre de Jesucristo, Dios hizo a María para ser la madre de su hijo, no fue que Dios escogió a María entre varias mujeres: "Tu no, tu tampoco, tu si", Sino que la creó para ser Madre de su hijo, María desde antes de nacer, estaba predestinada a ser la Madre del Dios hijo, y les digo algo, si la tierra donde Jesús caminó, donde Jesús hizo sus milagros, donde Jesús murió y resucitó le llaman "Tierra Santa" Cuán más santo sería el vientre donde estuvo durante nueve meses, cuán más santa sería la mujer que lo trajo al mundo.  
El Dios hijo, Jesucristo, ve en María, una madre hermosa, una madre perfecta, que siempre ha estado con Él en los momentos más importantes de su vida, una madre que le cuidó su infancia , una madre que cuando Jesús tenía sueño, María le contaba anécdotas y cuentos para dormir, una madre que le enseñó desde pequeño a ser un hombre de bien, una madre hermosa, dice una canción "si son tan bellas las madres, cómo será la de Dios". Una mujer que fue señal, para que Jesús hiciera su primer milagro, en aquellas bodas, donde apenas al tercer día, se les acabó el vino: María le decía a Jesús:: "Se les acabó el vino" y Jesús: "¿Y que quieres tú que haga yo?", miren, si una persona le han enseñado a ser obediente, así como María lo fue con Ana y con Joaquín, y así como María lo fue con la voluntad de Dios, cuando esta persona tiene un hijo, también lo va a enseñar a ser obedientes, y María,  sabiendo que Jesús como buen hijo le iba a obedecer, llamó a los sirvientes y les dijo "hagan lo que él les diga" y Jesús no tuvo más remedio que ir y convertir el agua en vino. María siempre estuvo presente en los momentos más importantes de la vida de Jesús; cuando Jesús estaba en la cruz, su dolor más grande no fueron los clavos, o las heridas, sino al ver cómo su madre sufría al ver a su hijo morir, pero su consuelo más grande fue que María, a pesar de ese dolor, siempre fue fiel a la voluntad de Dios, y sabía que al tercer día, la alegría sería plena, porque el Rey iba a Vencer a las tinieblas; tan grande son las madres, que Dios quiso tener una. 
El Dios Espíritu Santo, el Esposo de María, cuantos desearían tener una mujer como María, una mujer perfecta, hermosa, sencilla, humilde, una mujer dócil y pura, una mujer que a cualquiera enamoraría, una mujer amante de su esposo, cuánto no amaría María a San José, y qué amor tan bonito, un amor casto, y sin mancha, un amor verdadero. Cada uno de nosotros está llamado a enamorarse de María, así como Dios se enamoró de ella, porque si amamos a su madre, cuánto no amaríamos a su hijo. María, fiel esposa del Espíritu Santo, ¡Amemos todos a María! 

MARÍA, SIENDO MUJER, MODELO PARA UN SACERDOTE 

Cada sacerdote, cada seminarista, cada vocacionado, debe estar cada día más enamorado de esa mirada tierna de María, de esa voz angelical de María, de ese modelo de vida perfecta, una mujer que siempre fue dócil a la voluntad de Dios; cada sacerdote, debe estar enamorado de su vocación, pero sobretodo del Sumo y Eterno sacerdocio de Cristo, pero aquel vocacionado, que no esté enamorado de María, sin duda alguna, no está caminando bien. Todo sacerdote debe tener la confianza puesta en Dios, así como lo hizo María, que sabía que al principio no le iban a creer que ese hijo lo concibió por obra y gracia del Espíritu Santo, por lo tanto la iban a rechazar, que sabía que los fariseos iban a tratar mal a su hijo, que sabía que ese hijo se iba a ofrecer por la salvación de todos e iba a sufrir en la cruz, sin embargo, con la confianza puesta en Dios, dijo si. Todo sacerdote debe cantar como María Porque el poderoso ha obrado y cada día hace maravillas en ellos. 

Ayer 10 de septiembre, fue un día especial para nuestra iglesia de Naguanagua, porque hace 38 años, un hombre se enamoró perdidamente de María, y por curioso, se enamoró perdidamente de Jesucristo, y dejó que configurara su corazón en su sumo y eterno sacerdocio. Sin duda alguna, como dice la canción, "Qué detalle el Señor ha tenido contigo, al elegirte, al llamarte", hoy Mons. Ricardo Guerra, celebra que hace 38 años, hizo como María, dijo Sí y aceptó esa misión que Dios le tenia preparada, a alimentar al mundo, con el Cuerpo y la Palabra de Dios, a sumergir a los hombres en la verdad, a confirmar a los que quieren ser fuertes, a unir corazones, a confortar al que sufre, a que por medio de sus manos, el amor infinito de Jesucristo se derrame sobre cada uno de nosotros, a que por medio de sus manos su misericordia borre nuestros pecados, su amor arrope nuestra miseria, a que por medio de sus manos, convierta el pan y el vino, en el milagro de amor infinito, usted me ha enseñado que esta vida consiste en preguntarse cada día, si este en verdad es el camino, y no para tener la duda, sino para tener presente siempre que sin Dios nada somos, que sin Él ningún camino es bueno, yo estoy seguro, que durante estos 38 años, usted no ha llevado a Cristo, usted lo ha vivido, y por eso, en este día tan especial, quisiera encomendarlo en los brazos de María, para que cada día, se enamore de ella y se enamore de su hijo, para que cada misa la celebre como si fuese la primera misa, la última misa, la única misa. Y para que cada día sea más fiel y aún más en los momentos de dolor, así como lo hizo María, y junto a usted encomiendo a todas las vocaciones de nuestra iglesia de Valencia, para que cada día surjan hombres valientes que quieran jugarse la vida por grandes ideales, y que elijan a Jesucristo, como la primera razón de sus vidas, así como usted lo hizo, hace 38 años. Amén

domingo, 23 de agosto de 2015

SERVIRLE A DIOS: LA MEJOR DECISIÓN

Estamos en el XXI Domingo del Tiempo Ordinario, y la palabra de Dios nos invita a vivir realmente nuestro servicio a Dios nuestro padre, es decir, nos invita a ser fiel a ese compromiso que todos tenemos, a esa vocación a la cual cada uno de nosotros hemos sido llamados: a servirle a Dios y sobretodo, a servirle y serles fiel, en los momentos de dificultad.


Servirle a aquel que nos liberó del pecado


En la primera lectura, Josué le recuerda al pueblo de Israel, la vocación a la cual han sido llamados: a servirle a su único y verdadero Dios. El pueblo de Israel tuvo un pasado muy oscuro: fueron maltratados y oprimidos por Egipto, los cuales adoraban otros dioses, le rendían culto a dioses falsos, y Dios lo sacó de allí; por eso Josué reúne a todas las tribus de Israel, para recordarles las tantas obras que Dios había hecho en ellos y los que estaban reunidos se pronuncian por Dios y rechazan a los dioses extranjeros, es decir, reiteran el compromiso que tienen con Dios, el cual es servirle.

Así como el pueblo de Israel, cada uno de nosotros tiene un pasado muy oscuro antes de nuestra conversión y ese pasado también es una esclavitud, y esa esclavitud es el pecado. somos esclavos del pecado cada vez que hacemos cosas que nos alejan de Dios, cada vez que no lo ponemos a él por sobre todas las cosas, cada vez que no nos dejamos amar por él, cada vez que no respetamos a nuestros padres y no nos respetamos nosotros mismos como hijos, cada vez que matamos a nuestro hermano, y no quitándole la vida, sino hablando mal a sus espaldas, deseándole lo peor, criticándolo, mintiéndole, siendo hipócritas con él, somos esclavos en el pecado cada vez que no amamos ni aceptamos a nuestro hermano como es, cada vez que soy soberbio, cada vez que miento, cada vez que la ambición es tan grande, que terminamos codiciando lo que no es nuestro, la pereza, cada vez que nos da flojera hacer algo productivo para nuestra vida, la ira, el egoísmo, cuando nos centramos en un "Yo, yo, y yo", la lujuria, la pornografía, el desorden sexual; la gula, el exceso de las bebidas alcohólicas, en fin, una esclavitud que no es precisamente la de Egipto, sino el pecado. Y a veces tenemos la oportunidad de salir de esa esclavitud, y no, somos masoquistas y seguimos revolcándonos en el mismo charco.

Pero hay un Dios misericordioso, un Dios de amor, que no importa todo lo que hayas hecho, no importa cual sea tu pasado, Él es más grande y a pesar de lo grave que sea tu pecado, Él te saca de allí, te saca de ese charco, te quita el barro, te sacude el polvo, te limpia, te viste de nuevo, y te da una vida nueva, llena de amor, llena de gracia, una vida totalmente diferente a la que tuviste cuando eras esclavo de Egipto. El salmo de hoy nos dice "Buscad y ved qué bueno es el Señor", y cada vez que buscamos y vemos al Señor, nos damos cuenta de su amor infinito, de su misericordia inagotable, ese es el Señor bueno que nos levanta en cada caída. Hoy ese Señor bueno te invita a que con Él rompas esas cadenas de la Esclavitud del pecado, y cuando la rompas y tengas nueva vida, cumplas la misión que tienes en esta tierra, seas fiel a la vocación a la cual has sido llamado: a Servirle a Él, solo a Él, el que te rescató de ese charco, y no vuelvas atrás, no vuelvas a esa esclavitud que lo único que hacia era alejarte de aquel que te dio la vida, que lo único que hacía era acabar con tu vida. Hoy Dios te invita a servirle, a amarle, y a que te dejes amar por él, y a que dejes que él arrope tu miseria con su amor, a que te dejes arropar con su misericordia. Hoy Dios te invita a que seas como esa asamblea que rechazó a los dioses extranjeros, a que rechaces el pecado, a que rechaces lo que te agobia, a que rechaces lo que te oprime. Hoy Dios te invita a servirle, no importa tu pasado, pero sírvele, sírvele a aquel que te sacó de esa esclavitud, que te sacó del pecado.


La unión de Cristo con quienes les sirven



La segunda lectura, tomada de la carta del Apostol San Pablo a los Efesios, nos habla de esa unidad de Cristo con su pueblo, de Cristo con la Iglesia, del Pastor con sus ovejas. Sin duda alguna, que quien le sirve a Cristo, está estrechamente unido a Él. La iglesia debe permanecer siempre unida a su cabeza que es Cristo, y debe estar siempre sometida a Él, y no en un sentido de esclavitud, sino que, debemos estar unidos y servirle a ese Señor, que con su vida nos dio nueva vida, debemos estar unidos siempre y servirle a ese Señor que con su resurrección nos restauró, debemos servirle siempre a ese Señor que nos sacó del charco del pecado. Nosotros como miembros de ese cuerpo debemos estar unidos; nunca se ha visto  una pierna que ande brincando sola por las calles, sin cuerpo y sin nada, o una mano que ande por ahí andando sola, siempre está unida a un cuerpo, y este cuerpo siempre está unido a una cabeza, la cual es la que toma el control del cuerpo. Hermanos, nuestra iglesia no puede ser un cuerpo que toma decisiones por si solas sin pensar las consecuencias, cuántas personas no hay en este mundo, que por tomar decisiones sin usar la cabeza hoy son infelices. La iglesia como fiel esposa de Cristo, debe permanecer unida siempre a Él, como ese cuerpo que siempre está unido a una cabeza. Cristo se entregó por la iglesia, para purificarla, para limpiarla, para hacerla Santa e inmaculada. Debemos amar esto, debemos amar esta unión de Cristo con su pueblo, y por eso debemos ser fieles aún en la adversidad a nuestro esposo que es Cristo, un hombre que no hizo alarde de su categoría de Dios, que bajó y se hizo como nosotros, menos en el pecado, que siendo de naturaleza divina, quiso compartir con nosotros, la naturaleza humana un hombre que lo dio todo por cada uno de nosotros. ¿No vale la pena servirle? ¿No vale la pena seguirle? ¿No vale la pena estar unidos a Él?, yo diría que no vale la pena, ¡sino que vale la vida!.


Fieles aún en la adversidad


Desde hace tres semanas, Jesús nos estuvo hablando sobre el Pan de vida eterna, un discurso que toma todo el capítulo 6 del evangelio de Juan, y hoy el evangelio nos pone el final de ese capítulo. La semana pasada vimos a ese Jesús que se presentaba como el Pan de vida, como ese milagro de amor tan grande que se da cada día en el altar, "Mi Carne es verdadera comida, mi Sangre es verdadera bebida" "Quien coma de mi Carne y bebe de mi Sangre permanece en mi y yo en Él". Esto para muchos sonó muy duro, "Este tipo debe estar loco ¿Como vamos a comernos su carne y a bebernos su sangre? no somos caníbales" dirían algunos, y esto hace que muchos discípulos se fueran. Es curioso que la gente que abandona a Jesús, había sido alimentada hasta saciarse en el signo de la multiplicación de los panes y los peces, incluso había querido proclamarlo rey. A nosotros, como a los del tiempo de Jesús, nos gustaría más un Dios manejable y curandero, a quien pudiéramos dirigirnos con la posibilidad de que nos atendiera a nuestro gusto, según nuestros deseos, pero Jesús ya lo rechazó en su época, no les doró ni endulzó la píldora, no se prestó a una religiosidad aseguradora y tranquilizadora. Queremos un Dios que nos evite el proceso difícil de la fe y nos imponga su evidencia y su poder, pero siempre dispuesto a hacer lo que a nosotros nos parece más lógico. Su lógica nos parece inaceptable, lleva a la cruz, por eso le abandonamos con un montón de justificaciones. Son más ateos o incrédulos, no los que niegan la existencia de Dios, sino los que se niegan a crecer como hombres conformes al modelo del Hombre-Nuevo y es más ateo e incrédulo el que tiene un Dios para satisfacción de su ambición, de su querer, de su poder de su placer. Esta es la espiritualidad del Evangelio, el crecimiento en la fe no excluye los interrogantes, las dudas y las crisis, pero al final se crece en una confianza, que no la da el intelecto sino la relación personal con Dios.

Jesús le pregunta a los apóstoles ¿Ustedes también se van a ir? a lo que Pedro le contesta, "Señor, ¿A dónde vamos a ir? solo tú tienes palabras de vida eterna" esta frase resuena siempre en mi mente, en mi ser, cada vez que me dan ganas de no seguir en este camino de esta vocación que Dios me ha regalado, ¿Para dónde voy a ir, si tú eres la base de mi vida, si tú eres la razón de mi existencia, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?. Hoy el señor nos invita a serles fieles aún en los momentos de dificultad, momentos los cuales siempre van a existir, porque sin pasión no hay gloria: Jesús para ser glorificado tuvo que pasar por la muerte, y una muerte de Cruz. Las palabras que dan vida no siempre suenan bien, pero al final son las que quedan. Suelen pronunciarlas personas que se rigen por el amor, que quieren el bien, que buscan lo mejor, no para ellos sino para aquellos a quienes invitan a tomar decisiones. Por eso la palabra se sustenta en las personas, en ellas adquiere credibilidad, por ellas son dignas de confianza. Esto es lo que le pasó a Pedro y a toda la comunidad que escucha a Cristo con sinceridad y se deja afectar. Sólo Jesús tiene esas palabras que nos sana y nos libera del pecado, solo Jesús tiene esas palabras que son aceite para nuestras heridas, sólo Jesús tiene esas palabras que nos dan calor en el frio, que nos dan agua en nuestro desierto. no hay otro en quien encontrar palabras de Vida Eterna. Muchas otras palabras que se dicen por ahí, solo traen tristeza y muerte. Pero nosotros optamos por estar con Jesús y seguir alimentándonos con su palabra sanadora y salvadora. Vayamos pues, todos juntos, unidos como miembros de ese cuerpo donde Cristo es la cabeza, a servirle a aquel, que cada día nos da su palabra de vida eterna, seamos fieles a aquel que nos amó tanto que dio su vida por nosotros, confiemos en Él, aún en la adversidad y pidámosle que nos dé valor para serle siempre fieles.  que nos conceda amar lo que Él manda y esperar lo que Él promete y que en la inestabilidad del mundo presente, nuestros corazones estén firmes donde se encuentra la alegría verdadera. Seamos fieles a aquel que con sus obras, se ha convertido, en la primera razón de nuestras vidas.