Estamos en el primer día del año civil, un
día muy especial para todas las familias, ya que es uno de los momentos en que
se reúnen para un fin, comenzar en familia el año nuevo, pero también es un día
festivo para nuestra Iglesia, ya que celebramos la Solemnidad de Santa María
Madre de Dios.
TAN GRANDE
SON LAS MADRES QUE DIOS QUISO TENER UNA
Al hablar de María hablamos de una mujer
admirable, la más grande y admirable entre las mujeres, tan solo por el hecho de que dentro de su vientre estuvo
durante nueve meses el Ser más grande de la historia, tan grande que dividió la
historia en dos. Comprender esta verdad irrevocable de fe, no es fácil, es muy
difícil entender cómo María es Madre de Dios, si Dios ha creado todo.
Jesucristo, quien es el Dios encarnado, siempre ha existido en la palabra de
Dios, y esta palabra se ha hecho carne y habitó entre nosotros, Dios se hizo
igual que nosotros, con las mismas características, con los mismos componentes
menos en el pecado, sin embargo, nunca perdió su condición divina, es por eso
que sostenemos que Jesucristo es hombre verdadero y Dios verdadero, y por ser
un hombre verdadero nació igual que todos, de una mujer, con la diferencia
de que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, fue Dios quien
lo engendró en el momento de que el ángel Gabriel le dio la noticia de que iba
a ser madre.
Con este misterio, meditamos que Dios ha
escogido a una mujer del pueblo, para que su Hijo nazca bajo la carne y la ley,
y nos rescatara de la muerte que nos traía la misma ley, tal como lo dice la
segunda lectura de la carta de San Pablo a los gálatas. Dios, quiso nacer desde
lo más pequeño, en lo más pequeño y con los más pequeños, para así ser un Dios
cercano a su pueblo, un Dios cercano a aquellos que han sido oprimidos por los
que han tenido el poder. Dios no quiso escoger a la mujer con más bienes de la
época, ni con más cualidades, por eso Él hizo a la mujer perfecta, cuya
descendencia aplastará la cabeza del diablo, Dios hizo a María con el fin de
que fuese su Madre, la Madre del Dios Hijo, y aunque sabía que María no le iba
a fallar en su respuesta, no le quitó su libertad, y María en medio de esa
libertad que Dios nos ha dado a todos, dijo “Sí” y con ese “Sí” entró la
salvación al mundo. Si María no hubiese dicho Sí, no tendría sentido reunirnos
a celebrar la eucaristía; en cambio María creyó en la palabra de Dios, y como
fiel hija de Dios, quiso cumplir su voluntad.
MARÍA: BUENA
MADRE, BUENA HIJA Y BUENA ESPOSA
Es agradable ver cómo Dios nos invita a ser
como María, es decir, nos invita a ser sencillos, a ser humildes, a ser puros y
castos, Dios nos invita a ser hijos perfectos como lo fue María con Dios Padre,
que cuando el Ángel Gabriel le dio la noticia, no refunfuñó con su respuesta,
sino que felizmente dijo Sí, cuántos jóvenes refunfuñan cuando la mamá le pide
el favor de cerrar la puerta de la casa, o mandarle a comprar algo. Dios invita
a quienes tienen hijos, a ser madres y padres perfectos, como lo fue María con
Jesús, como lo fue José, que a pesar de que es el padre adoptivo de Jesús, Él
se encargó de enseñarles cosas buenas, Dios no esperaba de san José que se
llevara a Jesús al primer burdel que encontrara, ni a la primera licorería que
esté atravesada en su camino, Dios quiso que Jesús naciera de esa familia
humilde, honesta y de buenas costumbres. Cuando Jesús se perdió en Jerusalén,
María y José duraron tres días buscándolos, y estaban muy preocupados, cuando
lo encontraron, sutilmente le preguntaron “¿Por qué nos haces esto? Te hemos
estado buscando todos estos días” y Jesús sutilmente le respondió “¿Por qué me
buscaban? ¿A caso no saben que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?
María y José no entendieron esto, y María meditaba todas esas cosas en su
corazón; cuantas veces el muchacho se le pierde a los padres, y cuando lo
encuentran le dan una paliza, que hasta el cuero de la correa se consume, y el
muchacho queda más morado que el tiempo de cuaresma, con este sencillo ejemplo,
podemos comenzar a trabajar para ser esos Padres perfectos que tuvo Jesús. Dios
invita a todos los esposos y esposas a ser fieles a esa bendición que Dios les
ha dado, así como María lo fue, con la acción del Dios Espíritu Santo que hizo
que ella concibiera al hijo de Dios, pero de una manera más clara, como lo fue
María con San José y como lo fue José con María. José nunca refunfuñaría cuando
María le pidiese que le cambiase el bombillo que se quemó, ni refunfuñaría cuando
María le pidiese que le cambie la bombona del gas, en el ambiente histórico de
aquél tiempo, José nunca refunfuñó cuando María le mandó a hacer una silla o
una mesa, ni María refunfuñaría cuando José le pidiese que le hiciera una arepa
demás porque tiene hambre, ni refunfuñaría cuando le lavaba la ropa a José
llena de aserrín, polvo y barro porque venía del taller, María nunca prefirió
otro hombre que José, y José nunca prefirió otra mujer que María. Por eso, en
este año, imitemos a María, como buena madre, buena hija y buena esposa que
fue, pero recordando siempre, que si nuestra devoción a María no nos lleva a
Jesús, es una devoción en vano.
UN AÑO DE
CAMBIARNOS
Hoy recibimos un nuevo año, y debemos
comenzar este año, con muchas expectativas y sobre todo con muchas cosas que
mejorar, más allá de lo difícil que va a ser este año, con esta crisis social-política-económica que
hay, tratemos de cambiar nuestro interior y comencemos a hacer cosas buenas,
Dios se encargará de la historia y de
todos los cambios que necesita nuestro país. Nosotros procuremos cambiarnos, un
cambio para mi bien y para el bien de quienes nos rodean. Hoy es un día de compartir,
desde nuestros familiares hasta nuestros vecinos más lejanos, por lo tanto es
un día de reconciliación. Evitemos esas peleas que hay en nuestros hogares, por
algo que no tiene sentido, si yo no le hablo a mi hermano, hoy es el momento de
hacerlo y darle un abrazo, si no le hablo a mi papá o a mi mamá, es el momento
de hacerlo, pero que ese abrazo en familia no se repita solamente los 31 de
diciembre a las 11:59pm, sino que esa reconciliación perdure todo el año, y que
el año que viene se vuelva a renovar esa reconciliación. Imitemos a la Sagrada
Familia de Nazaret, evitemos – no solo el 31 de diciembre – sino durante
nuestra existencia, esas peleas sin sentido e inmaduras, esas peleas no son
comunes en hogares verdaderamente cristianos ni son convenientes para los niños
que crecen en nuestro hogar. Ayer, luego de abrazarnos todos en familia
recordamos todo lo que nos pasó en el 2015, pero al inicio de este año,
meditemos, si yo el año pasado hice cosas malas, este año haré cosas buenas, y
que ese propósito de enmienda no quede solamente para el 31 de diciembre, sino
para los 365 días del año. Cambiemos este año también en lo espiritual, si yo
no estoy en gracia y por lo tanto no puedo comulgar, vaya con el sacerdote y
humildemente confiésese y luego comulgue, si yo estoy en gracia y comulgo
cuando tengo la oportunidad de comulgar, preocúpese por aumentar esa gracia que
Dios le ha dado, pero no la pierda criticando a quienes no la tienen, más bien
oren por ellos. Si yo no estoy casado por la iglesia, pero vivo en concubinato,
hable con el sacerdote y ocúpense de promover esa santificación de hogar que
necesitamos, es conveniente que así como nos debemos reconciliar con nuestros
familiares, también nos reconciliemos con Dios. Vivamos este nuevo año,
meditando, contemplando y viviendo la misericordia del Señor, que cada día se
derrama por amor a nosotros. Que el amor de Dios, arrope una vez más nuestra
miseria, y que este año sea un año lleno de misericordia, que así como Dios es
misericordioso conmigo, yo sea misericordioso con mi hermano y sea
misericordioso conmigo mismo. Que este nuevo año esté cargado de bendiciones
para todos, les deseo de todo corazón ¡Un feliz año nuevo 2016! ¡Dios nos
bendiga siempre!